Ir al contenido principal

NUESTRO TERCER ENCUENTRO

Fue mas o menos así, un sábado de mayo logramos vernos, en realidad Yo lo quise así porque ya no soportaba estar sin verla; pues desde que por ultima vez nos vimos había pasado muchísimo tiempo. Ese sábado después de que ella impacientemente me esperara por más de una hora por mi cruel incumplimiento nos pudimos encontrar. Y ahí, en el mismo lugar donde por primera vez nos reunimos, hace un par de años atrás, estuvimos frente a frente hablando de las cosas de la vida, de todo lo que vivimos en todo el tiempo que estuvimos alejados, también hablamos de aquellas cosas que nos gustan y nos motivan y que nos animan a vivir.

Ese sábado tardé demasiado en llegar al punto de encuentro, mi corazón se aceleraba cuando imaginaba llegar y no lograr verla. Porque en realidad pensé que se cansaría de esperar y que al final se marcharía, pero para alegría mía, ella decidió que no fuera así. Ese día nos volvimos a reunir después de casi un año, decidimos celebrar el reencuentro y nos bebimos 5 tragos bien helados, oyendo música de los 70, 80 y 90, definitivamente oímos viejas canciones, aquellos que se tocaban cuando ni siquiera habíamos nacido, nos reímos mucho, en ocasiones recibí sus resondrones por ningún motivo en particular, pero sinceramente Yo no le daba importancia porque estaba concentrado en mostrarme tal como soy con el único fin de robarme su mirada, su sonrisa, su atención y tal vez su corazón.

Fue mas o menos así, en una hora determinada de esa noche ella dejaba en mi muñeca, como prenda dorada, una pulsera de hilo de mi color favorito, el color de la esperanza. Yo me emocioné demasiado pero no supe que decir, solo tomé su mano muy suavemente y desde mi corazón le dije muchas gracias hermosa. En ese momento me inundaba diez mil palabras, pero no fluía, me sentí una planta pero feliz; en ese momento quería atraparla y darle un beso,  pero me ganó el negativismo pensando en que me rechazaría. 

Yo estaba ahí, mirando para todos lados, pues no tuve a la mano algún regalo para ella, solo mi corazón, mi verdad y mis ganas de abrazarla. Mientras caía la noche mi corazón entristecía porque se acercaba la hora de decir adiós nuevamente, costaba aceptar que venía la inevitable separación y de seguro por otro largo tiempo. Mientras la noche avanzaba y antes de que llegue la hora de partir decidí invitarle una bebida más y con temor empecé a rozarle con mis dedos sus cabellos, su brazo y su mano, no voy a negar que quería susurrarle al oído palabras que hasta ahora no he podido decirle. 

Al salir de ese lugar donde reímos mucho y donde oímos viejas canciones, sin saberlo, ambos buscábamos un lugar y la forma de hablar sin palabras para que entre nosotros no hayan malos entendidos, y así decidimos actuar, dejamos que nuestros deseos al fin se encuentren cual eclipse fugaz. Esa noche, cuando solo faltaba un par de horas para le media noche, mis labios se posaron sobre los de ella, mis manos rozaron su cabello, palparon su cuello, sus piernas, sus pechos. estoy seguro que en ese momento ambos quisimos pasar fronteras, llegar hasta la cima y más allá, pero la realidad pudo más, el tiempo como siempre el peor enemigo hizo que dejáramos pendiente todo lo que habíamos iniciado con mucha intensidad.

Esa misma noche, ahí, uno frente al otro, parados en esa estación del metro, nos despedimos. Ambos tomamos rumbos distintos, ella por su camino Yo por el mío. Mientras ella bajaba la rampa Yo la miraba con las ganas de llamarle y decirle que no se vaya, que se quede toda la noche conmigo, pero en realidad era Yo quien tenía que irse. Esa noche, rumbo a mi casa conduje feliz, en mi mente saboreaba la exquisitez de sus labios, lo duro de sus piernas, lo voluptuoso de sus pechos y lo suave de sus cabellos. Lo acontecido esa noche todavía ronda mi cabeza y vivo esperando en que no tarde demasiado el próximo encuentro porque anhelo verla, sentirla y vivirla.









Comentarios

Entradas populares de este blog

UNA DÉCADA DESPUÉS

Las redes sociales ayudan a ubicar personas que hace un buen tiempo dejamos de ver o perdimos contacto. Debo decir que utilizando este medio, hace un par de meses atrás, logré tener contacto con quien mi corazón tenía agendas pendientes y con quien hace más de una década atrás dejamos de vernos, dejamos de platicar. Nuestro primer reencuentro fue por medio de la mensajería instantánea. En las primeras líneas de esas conversaciones mostramos nuestra felicidad por volver a saber el uno del otro. Fuimos muy expresivos con cada letra escrita, que finalizando nuestra conversa coincidimos en que no deberíamos perder contacto y que sería fenomenal volver a vernos físicamente. Es así que compartimos nuestros números telefónicos, nos agregamos al WhatsApp y empezamos a reconocernos. Cuando llegó el día del reencuentro no podía creer que ella estaba ahí conmigo. Después de casi una década de habernos alejado por cosas de la vida realmente logramos reencontrarnos. Ella llegó con toda su luz, con ...

LO SILENCIOSO DE LO NUESTRO

Lo nuestro empezó un otoño. Aquella primera vez fue por puro gusto, pero no voy a negar que fue a primera vista. Desde ese momento no hemos dejado de escribirnos, así como tampoco de desaprovechar cualquier ocasión para besarnos, abrazarnos, tocarnos y sentirnos. Que sin importar el horario, el lugar y la gente mostramos nuestro anhelo de querer estar juntos por lo menos en esos instantes . Muchas veces,  por unos minutos  y en distintas calles desconocidas, he detenido el auto para besarnos intensamente. Me fascinaron tanto sus besos que innumerables veces quedé manchado con ese expresivo color rojo de su labial, esas huellas que se hacían a  la difícil en borrarse de mi rostro .   Así es, en el tiempo que pudimos juntarnos nos la hemos pasado besuqueándonos por doquier, yo acariciándole las piernas, los pechos, el cuello y su rostro; por su parte, ella sujetándome fuertemente la cabeza y abrazándome con todo su ser. Ese fue nuestro lenguaje con el que buscamos...

SU CALLE Y MIS RECUERDOS

Hoy he pasado por esa calle, esa ancha avenida que tiene tres carriles de subida y tres carriles de bajada. Hoy pasé por esa calle, esa que está a dos o tres cuadras de la estación del Metropolitano. Hoy pasé por esa puerta y divisé las flores, las plantas, los arbustos, las pequeñas ardillas que van trepando los árboles de ese pequeño jardín que da la bienvenida a ese condominio donde ella se hospedó. He pasado por esa calle, y en medio de este sol imperante en esta ciudad de cemento miré otras ardillas bajar del árbol a buscar agua para beber. He pasado por esa calle y recordé ese día cuando la dejé, ahí entre las rejas, sufriendo en abrir la puerta de metal y prometiéndome que pronto volvería para encontrarse conmigo, poder reunirnos y revivir la penúltima vez. Hoy he pasado por esa calle y la recordé sonriéndome y diciéndome que volvería pronto a la capital, para abrazarnos, ponernos al día de nuestras cosas y tomarnos la bebida que es recomendada en el centro histórico de esta ciu...