Ella, quien viene inspirando estos seis escritos, hasta hace poco estuvo a mi lado, así es, estuvo cerca de mi corazón y mis ojos por un par de días. En todo ese tiempo que estuvo cerca, no he dejado de contemplarla, a cada instante he buscado la forma de acercarme a ella con el fin de sentir su perfume natural y así de a pocos lograr que su voz acaricie mis oídos.
En este corto tiempo que estuvo aquí, la retraté mejor que la primera vez en que la vi y sencillamente concluyo, en que es más hermosa de lo que en un inicio había captado. Ayer estuvo aquí, conmigo, compartiendo un momento de su vida, no sé si a nuestro encuentro asistió porque la cité insistentemente o sencillamente porque ella tenía la voluntad de hacerlo, no lo sé; pero lo cierto es que vino y estuvo conmigo un par de horas, sentada allí, a mi lado, riéndonos de cualquier cosa, hablando de cosas que nos atañen, de las cosas que nos inspiran, de aquello que nos gusta y de lo que ambos no deseamos que ocurra. Estuvo aquí, aunque su compañía duro un cortísimo tiempo, yo sentí que ese eclipse fue lo más maravilloso que me pasó después de tantas lunas.
Ese día que estuvo a mi lado me puse nervioso cual muchachillo adolescente enamorado, que no supe que decir, me perdía hablando de cosas no fructíferas para mí corazón, no le manifesté palabra alguna referente a lo que sentía, me mostraba muy serio, pero por dentro moría por decirle muchas cosas; ahora voy concluyendo que perdí la oportunidad en que debí decirle que me gusta muchísimo y que estaba inmensamente feliz por tenerla allí, conmigo.
Ella, por lo contrario, manifestó que por mí guardaba un sentimiento que en ese momento no podía describir y que se permitió sentirlo. Mientras ella manifestaba todo lo que no pudo escribirme, yo no sabía cómo mostrar mi felicidad, me mostré calmado y me cogía los ojos con los dedos de la mano derecha; pero estaba muy feliz al escuchar todo lo que salía de sus labios rojos.
Por un instante la tome de la mano, sí, en ese segundo piso de aquella cafetería puse mi mano sobre la suya mientras ella me decía que le ha gustado todo lo que hasta hoy se ha escrito, que se siente motivada y que le alegra los días saber que alguien vive por ella, que a alguien le inspire y que la admire como tal vez nadie lo haya hecho; yo tomaba su mano y sentía su calor, en esos instantes mi cuerpo se estremecía y mi corazón no quería dejarla ir, quería expresarle cual es el resultado de lo que inició con una llamada, pero terminé callándolo porque pensé que decirlo malograría todo y retrocederíamos en lo que hasta ahora hemos avanzado.
Yo quería detener ese tiempo para estar solamente con ella, pero no, el tiempo mostrándome su enemistad, corrió más de prisa; yo tenía que aceptar que nuevamente debía alejarse de mi sin saber cuándo la tendría nuevamente cerca. Ahora no olvido el momento de la despedida, no olvido aquel beso que me dio en la mejilla, sus labios estaban fríos, yo simplemente cerré los ojos para sentirlos como recorrían hasta lo mas profundo de mi ser. Se despidió con su tierna sonrisa y con un beso volado; yo simplemente manifesté "te extrañaré". Ese ultimo acto se ha quedado grabado en mi corazón y a cada instante mis ojos vuelven a verlos; cada vez que pienso en ella, la imagen de su bella sonrisa y el beso volado salen a relucir y debo reconocer que me fascina.
El tiempo pasa, yo la espero, aunque para volver a tenerla aquí, conmigo, tendrá que pasar nuevamente un eclipse fugaz, yo la espero, así poder volver a revivir estos tres días que han pasado, contemplar su belleza, ver su hermosa sonrisa, escuchar de cerca su risa y tener su voz solamente para mí. Seguiré así, aquí, esperando a que vuelva pronto y mediante estos escritos tratando de enamorarla, ... seguiré aquí, esperándola, porque, mas temprano que tarde, se que volverá a estar a mi lado…
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