Ha pasado casi un mes desde que por vez primera tuvimos nuestra primera cita, así es, fueron esos primeros días de primavera que estuvo conmigo, ese día su beso de despedida debió terminar en mis labios pero lamentablemente solo quedó en mis mejillas.
Estuvo a mi lado un momento, luego se despidió con su hermosa sonrisa y un beso volado que a diario evoco. Ese día todo fue maravilloso, estar a su lado, tomarla de la mano y especialmente oír lo que sus labios pronunciaron. Me entusiasmé demasiado cuando dijo que le gustaba saber de mí, que le gusta que le escriba a cada fin de semana y que la pasa bien cuando la hago reír.
Ese día debí haberle dicho que estaba loco por ella, que me gusta tanto y que no importaba lo separados que estuviéramos, yo la esperaría; pero no dije palabra, no me arriesgue a recibir una respuesta negativa de ella, si lo hubiera hecho hoy en día tal vez las cosas serían diferentes; y mi corazón no estaría muriendo por no tenerla ni tener noticias de ella.
Hoy, luego de esos días de felicidad, a un mes de ese muy recordado encuentro, se ha asentado su ausencia e indiferencia, ya no llama como lo hacía antes, cuando religiosamente a cada caída del sol, melodiosamente llegaba a mi oído su voz y compartía su alegría. Al parecer se está olvidando de todo lo vivido que me está dejando con una gran herida y no muestra ningún interés en repararlo.
Entiendo muy bien que ella nunca fue mía, todo ha sido una ilusión que de a pocos se convierte en una esperanza vana, pues ya no la encuentro en todos esos lugares donde antes la encontraba, está tan escurridiza que no sé dónde encontrarla. Hace poco trate de comunicarme con ella y quien respondió la llamada era otra, esa mujer, ya no es la delicada de ayer, es otra, y a esa no la conozco.
Cuando ella estaba conmigo, la encontraba siempre por doquier, por aquellos lugares donde juntos vimos la luna, por aquellos lugares donde nos reímos a carcajadas, caminando lentamente entre la multitud; pero hoy, todo lo vivido quedaron en el pasado, hoy ya nada es igual, se alejó de aquí, está lejos, muy lejos, pero aun así yo la recuerdo con su rostro de niña, con sus hermosos ojos negros y su tierna sonrisa. La he pensado a cada día, a cada noche, a la salida del trabajo, cuando el cielo se oscurece y en el paradero del siguiente bus. Yo la recuerdo cuando todo está en calma, cuando miro la luna y cuando llegan a mi memoria las canciones cantadas a lado de ella, la verdad es que yo siempre la recuerdo.

Ese día debí haberle dicho que estaba loco por ella, que me gusta tanto y que no importaba lo separados que estuviéramos, yo la esperaría; pero no dije palabra, no me arriesgue a recibir una respuesta negativa de ella, si lo hubiera hecho hoy en día tal vez las cosas serían diferentes; y mi corazón no estaría muriendo por no tenerla ni tener noticias de ella.
Hoy, luego de esos días de felicidad, a un mes de ese muy recordado encuentro, se ha asentado su ausencia e indiferencia, ya no llama como lo hacía antes, cuando religiosamente a cada caída del sol, melodiosamente llegaba a mi oído su voz y compartía su alegría. Al parecer se está olvidando de todo lo vivido que me está dejando con una gran herida y no muestra ningún interés en repararlo.
Entiendo muy bien que ella nunca fue mía, todo ha sido una ilusión que de a pocos se convierte en una esperanza vana, pues ya no la encuentro en todos esos lugares donde antes la encontraba, está tan escurridiza que no sé dónde encontrarla. Hace poco trate de comunicarme con ella y quien respondió la llamada era otra, esa mujer, ya no es la delicada de ayer, es otra, y a esa no la conozco.
Cuando ella estaba conmigo, la encontraba siempre por doquier, por aquellos lugares donde juntos vimos la luna, por aquellos lugares donde nos reímos a carcajadas, caminando lentamente entre la multitud; pero hoy, todo lo vivido quedaron en el pasado, hoy ya nada es igual, se alejó de aquí, está lejos, muy lejos, pero aun así yo la recuerdo con su rostro de niña, con sus hermosos ojos negros y su tierna sonrisa. La he pensado a cada día, a cada noche, a la salida del trabajo, cuando el cielo se oscurece y en el paradero del siguiente bus. Yo la recuerdo cuando todo está en calma, cuando miro la luna y cuando llegan a mi memoria las canciones cantadas a lado de ella, la verdad es que yo siempre la recuerdo.
Tal vez ella, o su corazón, no se estremezca cuando cae la noche o cuando sale la luna; o tal vez, tenga motivos mas críticos, el cual yo desconozco, que hayan influido en su alejamiento; tal vez para ella todo sea mucho más difícil, no lo sé. Tal vez, así como nunca fueron míos sus labios y su cuerpo, tampoco serán míos sus pensamientos, no lo sé.
Quisiera tener una pronta respuesta para no llenarme de interrogantes. En estos días nuevamente realizaré otro viaje, de seguro viviré otra realidad, me despejaré de todo este trance, realizaré otras actividades, compartiré mis días con otras gentes, espero que en esos tiempos deje de pensarla y poder sacarla de la profunda parte izquierda de mi cuerpo.
No es fácil decir adiós a las horas vividas a su lado, pero lo voy a intentar. Ella quizás ya lo haya olvidado, si es así, que bien, me alegro que le esté yendo mejor que a mí. Con este escrito finalizo la historia, esta es la última de las seis anteriores. Todo lo que en el pasado tuve con ella, de hoy en adelante, ya no vendrán más a esta realidad, a mi realidad. Espero que ésta parte sirva para decirle adiós. "Adiós querida, fue maravilloso vivir tantas cosas a tu lado, prometo que todas las noches que compartiste conmigo nunca nadie los reemplazará, que en donde te encuentres, recuerda que alguien pensó en ti a cada día y a cada noche, que siempre te deseó lo mejor, que de la mejor manera trató de inspirarte para que sigas perfeccionándote y que vivió esperanzado en recibir una llamada tuya para alegrarse el día. Adiós, espero que este sea la mejor manera de despedirse, espero que este sea la mejor manera de decirte adiós.
Quisiera tener una pronta respuesta para no llenarme de interrogantes. En estos días nuevamente realizaré otro viaje, de seguro viviré otra realidad, me despejaré de todo este trance, realizaré otras actividades, compartiré mis días con otras gentes, espero que en esos tiempos deje de pensarla y poder sacarla de la profunda parte izquierda de mi cuerpo.
No es fácil decir adiós a las horas vividas a su lado, pero lo voy a intentar. Ella quizás ya lo haya olvidado, si es así, que bien, me alegro que le esté yendo mejor que a mí. Con este escrito finalizo la historia, esta es la última de las seis anteriores. Todo lo que en el pasado tuve con ella, de hoy en adelante, ya no vendrán más a esta realidad, a mi realidad. Espero que ésta parte sirva para decirle adiós. "Adiós querida, fue maravilloso vivir tantas cosas a tu lado, prometo que todas las noches que compartiste conmigo nunca nadie los reemplazará, que en donde te encuentres, recuerda que alguien pensó en ti a cada día y a cada noche, que siempre te deseó lo mejor, que de la mejor manera trató de inspirarte para que sigas perfeccionándote y que vivió esperanzado en recibir una llamada tuya para alegrarse el día. Adiós, espero que este sea la mejor manera de despedirse, espero que este sea la mejor manera de decirte adiós.
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