Ella y Yo vivimos en la misma ciudad, pero el tiempo y la distancia nos mantiene alejados, ella trabaja en un cono de la ciudad, Yo en el otro. Para ella, cosa distinta en mi caso, se le hace difícil llegar al centro de la ciudad, y cito ese lugar porque fue en el Centro Histórico donde logramos vernos las veces pasadas, allí fue nuestro punto de encuentro. Allí nos encontramos esos sábados inolvidables desde el inicio de nuestra historia.
Cuando recuerdo nuestro último encuentro, pienso mucho en que ese sábado del quinto mes del año debí haberme quedado más tiempo con ella. Pienso también en todas las veces que intenté verla pero por eventos externos no se concretó. Pienso además en el próximo encuentro que tendremos que de seguro será mágico, tal cual vengo planeándolo en mi cabeza.
Cada vez que miro sus fotos y videos publicados en su estado temporal de sus redes sociales, me anima a creer que también ella piensa en mí como Yo pienso en ella. Quizás Yo esté interpretando mal, pero sus publicaciones encierran mensajes que intentan hacerme creer que están dirigidos a mí y eso me fascina. Cuando miro su foto de perfil de sus redes sociales no puedo creer que esa chica hermosa que me tenía loco en mis años mozos, tiempos universitarios, ahora también esté pensando en mí.
No voy a negar que a menudo nos escribimos, pero eso no basta para tener contento a este corazón que anhela tenerla a mi lado por extensos momentos. Este trajín de verla otra vez se hace más difícil, lo ideal con ella se hace inalcanzable porque nuestra realidad es distinta. Ya no somos los de antes cuando alzábamos vuelo y nos permitíamos vivir aventuras sin restricciones. En aquellos tiempos cualquier día era oportuno para escaparnos, para vivir intensamente. En aquellos tiempos mis labios se encontraron con su piel, viajamos a nuestro mundo escondido, construimos nuestro paraíso, nos enredamos de pasión, calmamos nuestros deseos y nos llenamos de amor.
Y así vivo fantaseando con esta historia de amor imposible, de aventura sin fin, y así sin darme cuenta se está acabando otra semana más de esta temporada del año, donde el sol casi ya no brilla, donde el tiempo pasa en un panorama oscuro que uno ya no sabe si está amaneciendo o está anocheciendo. Y sin que ella lo sepa, Yo tercamente vivo planeando nuestro siguiente encuentro; pero rápidamente y sin darme cuenta se está acabando otro mes del año, el tiempo está avanzando y Yo la extraño en silencio, prolongando mis esperanzas, enviándole mensajes, esperando que pronto entienda que estoy aquí, esperando por ella.
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