No sé cuantas veces habremos oído juntos las mejores baladas de todos los tiempos, de los 90, tampoco sé si se habrá percatado que esas canciones que sonaron en las radios tenían mucho de nuestra historia. Y si por si acaso ahora al escuchar algunas de esas canciones le traiga nostalgia ojalá que en ese momento se recuerde de la vida maravillosa que pasó a mi lado.
Vivimos solo un abrir y cerrar de ojos de nuestras vidas, y pese a ello, Yo sin querer sigo escribiendo esos momentos vividos, sigo retratando aquí, en estos cortos textos, el universo que la extraño...
Ella no sabe que la voy siguiendo desde siempre, desde que se cruzó por primera vez en mi vida. La voy siguiendo como nos persigue la luna en las noches o como cuando sale el sol y la sombra nuestra no quiere abandonarnos.
No sabe que la voy siguiendo escondiéndome tras aquellos árboles que adornan esas avenidas, no sabe que la voy siguiendo surcando los automóviles que transitan y generan un congestionamiento vehicular en esas angostas calles de esta ciudad.
Ella no sabe que la voy siguiendo cuando en mi mente reproduzco una canción que me hace recordarla, la voy siguiendo escondiéndome tras mis recuerdos y tras mi silencio abrumador. Y la persigo llevándole mi corazón en las manos, para ver si así se convence que ella es quién me motiva estar aquí, escribiendo.
Ella no sabe que la persigo cada noche en mis sueños y amanezco con la ilusión de que el nuevo día lograré alcanzarla, volverla a ver, sentir su perfume e inmortalizar su presencia de mujer...
Sigo escribiéndola porque todavía existe. Sigo escribiéndola aguardando las esperanzas en que tendrá un tiempo para leer estos cortos relatos y se convenza que aquí espero su llegada en un silencio que hace demasiado alboroto...
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