Sin sus mensajes, sin su voz, sin sus palabras, sin su sonrisa y sin su silueta amaneció, llegó el nuevo año sin ella y solo sus canciones, la música a los que me acostumbró a escucharlos, es lo único que se quedó conmigo.
Ahora que me acuerdo de todo, creo que su canción fue una premonición de lo que pasaría entre nosotros, pues jamás llegó a ser mi eterna princesa, la marea bajó, se alejó lentamente y me dejó aquí, sediento por tenerla, por tener noticias suyas, por sentirla como antes, como antes de aquella primavera atroz.
Muchas veces nos desahogamos hablando de cosas que a nadie les pudimos contar con facilidad, quizás hasta lloramos, pero; todo se desvaneció; de pronto surgió esa distancia como cuando baja la marea y el agua del mar se aleja de la playa, dejándola seca hasta que vuelva a subir.
Me acuerdo de aquellas amanecidas cuando ella me daba los buenos días y cuando sus ojos de aquellas fotos le ganaban en brillar al sol. Creo que esos días nos amamos tanto, que ahora no puedo entender como fue que decidimos decirnos adiós. En todo ese tiempo que compartimos muchas cosas Yo creí que ella era mía, Yo viví pensando en que estaba fascinada conmigo, así como yo lo estaba por ella, no fue así, en poquísimo tiempo no sé por qué motivo ni se cuál fue la razón pero decidimos decirnos adiós.
Quizás en su búsqueda, hace un par de días atrás visité su tierra natal, viajé a esa ciudad cálida, de amplia vegetación y que en su haber tiene un sin fin de músicas andinas que me fascinan. Pensé que aquel viaje serviría para volverla a encontrar, pues justamente este mes se cumple un año de haberla conocido, hace un año compartimos un viaje juntos, un viaje que no fue planificado pero que por el destino recorrimos diversos pueblos oriundos de nuestra patria. Ese viaje, ahora, se volvieron eternos en mis recuerdos.
Este viaje a su tierra natal fue fugaz, dejé aquella ciudad y no la pude encontrar. Entendí que fue frágil todo lo vivido junto a ella. Entendí que todo fue efímero, que el tiempo y la distancia lograron hacer que lo nuestro se marchite antes que llegue la añorada primavera.
En estos tiempos, en que añoro todo lo pasado a su lado, quisiera que otros brazos le brinden consuelo, que otros ojos, otros labios, otro aroma le brinden lo que Yo nunca pude brindarle; que cuando llegue el alba otra sonrisa le robe una sonrisa y en cada crepúsculo otros brazos la abriguen y así su día brille como cuando estaba conmigo.
Ella se fue, solo quedó la música, su música, que constantemente me hablan para no olvidarla...
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