Hoy se cumple una semana desde que ella tomó la decisión de alejarnos. Después de casi 7 meses, he pasado el primer sábado y el primer domingo sin tener noticias de ella. El celular ya no me trajo noticias de su día a día ni de sus peripecias al que estaba acostumbrado. Ha pasado una semana desde que ella decidió dejar atrás todo lo avanzado; siete amaneceres y anocheceres han transcurrido, yo sintiendo su ausencia como nunca antes.
Esta semana que pasé sin ella, una y mil veces quise escribirle: "Si supiera donde estás, en este mismo instante iría a buscarte para dejar de ahogarme en tus recuerdos y vivir el presente a tu lado"; pero al recordar sus letras comunicándome su decisión de terminar todo lo nuestro me retuvieron, y así tuve que quedarme con ansias por saber de ella.
Recuerdo que nuestra historia empezó por casualidad. Cuando la conocí, Yo me mostré bufón, no me interesé en ella, no me percaté de su belleza, pues esa primera vez ni atención le presté. Recuerdo que la conocí un día de enero y poco tiempo después empezamos a comunicarnos frecuentemente. Nuestras pláticas eran nada rutinarios, en todo este tiempo entre nosotros reinaba la mofa, nos reíamos de cualquier cosa, discutíamos de asuntos políticos y sociales y como siempre creíamos ser seres extraterrestres que veíamos la vida de distinta manera. En ese corto tiempo hablamos tanto e hicimos planes para recorrer lugares exóticos; pero ahora todas esas imágenes mentales que ambos creamos ya no existen, se perdieron, en un abrir y cerrar de ojos, sin que ella y Yo lo pudiéramos evitar.
Esa preciosa mujer, quien me acompañó estos siete meses, fue el mejor refugió que tuve frente al estrés que causó el encierro y el temor al verdugo que viene acabando con la vida de muchos humanos en estos tiempos. Cuando escucho el nombre de su ciudad natal, vienen a mi memoria su nombre peculiar, su silueta, sus fotos, sus frases, su risa y me emociono tanto al recordar en lo feliz que era conmigo. Las canciones enviadas por ella, ahora me hablan y me dicen que no la olvide, me animan a que la escriba, que la llame y que retome todo, todo lo que días atrás nos hacía feliz; pero no puedo, su decisión me frena y me aleja del pasado hermoso que tuvimos.
Estos siete días un silencio sepulcral quiso adueñarse de mí. Pues ella se fue para siempre, ya no está. Ya no me llega constantemente al celular las notificaciones de sus mensajes. Las redes sociales ya no me traen sus noticias, sus locuras, sus fotos y sus mensajes. Quisiera saber si todo lo que compartimos volverán en corto tiempo porque sinceramente no soporto estar sin ella, la verdad es que la extraño demasiado. Quisiera saber si las canciones que escuchamos y cantamos juntos seguirán sonando en nuestras vidas recordándonos el ayer y motivando a mirar con optimismo ese futuro que planificamos una y mil veces.
Ahora, solo me queda admirarla desde lejos a quien tuve tan cerca . Ahora, mi compromiso de hacerla feliz cuando ella se sentía triste quedará guardada para otra ocasión, otra mirada, otra doncella. Cuando ella decidió decir adiós, decidió también cerrar esa puerta virtual borrándose todo lo que habíamos compartido, y con esa actitud unilateral tiranamente se llevó mi corazón junto a esa carpeta de fotos y recuerdos, esa carpeta que día a día lo llenamos de ilusiones pero que finalmente fueron promesas incumplidas.
Concluyo esta etapa de mi vida, una parte de mi historia, reconociendo que "no tengo tanta suerte con las mujeres, pero ellas tienen tanta suerte conmigo", pues siempre me dejan añorándolas, recordándolas y retratándolas como nunca nadie las añorará y como nunca nadie las recordará y retratará...
Comentarios
Publicar un comentario