Se acaba el año, está llegando la navidad; y nuestra historia, nuestra vida (el mío y el de ella), sigue siendo igual en comparación al de dos años atrás. Ella y yo nos conformamos con vernos solamente un par de días en tantos meses, nos estremecemos al estar juntos, nos llenamos de felicidad al mirarnos de frente o de reojo porque intrínsecamente sabemos que siempre estaremos ahí, cuando uno de nosotros lo necesite.
Estos primeros días del ultimo mes del año, estuvimos juntos nuevamente, pero esta vez, este reencuentro, fue planificado. Hablamos, reímos y compartimos más tiempo el uno a lado del otro más que en anteriores ocasiones.
Los amigos en común, las otras gentes que eran de nuestra clase social, los trajes típicos, las exposiciones de los mejores trabajos, las fotos y filmaciones reinaron todo el tiempo; y nosotros, como dos locos, juntos, la pasábamos de maravillas, convencidos de que nos gusta estar ahí, en el mismo lugar donde nos conocimos hace mas de tres años.
Haciendo un recuento del pasado y recordando todo lo que hicimos para vernos, concluyo que no debo buscar otro medio, otro lugar, otro tiempo, otra realidad donde vivir momentos junto a ella; entendí que las oportunidades para poder sentir su perfume, su aroma, sus manos, sus mejillas, su cabello, ver su sonrisa dibujar en su rostro y oír el timbre de su voz que siempre me emociona, llegará cuando debe llegar y cuando el destino así lo decida. Se que cuando nuevamente llegue ese momento de estar juntos, nadie osará en interrumpirnos, ni sus amigos ni los míos. Hoy entendí que ya no es necesario modificar y adecuar mis planes e itinerarios para acercarme a su destino porque ella, tarde o temprano, seguirá llegando a nuestro encuentro.
Esos primeros días del último mes del año, exactamente, ese jueves, cuando las luciérnagas invadieron los pantanos y encendieron sus luces; cuando el crepúsculo se puso en el horizonte, cenamos juntos; reímos tanto mientras contábamos anécdotas e historias con quienes compartíamos la mesa. Al finalizar la cena nos despedimos con besos en la mejilla, yo le desee lo mejor y solo le pedí que llamara cuando me necesite que aquí estaría, en el mismo lugar, donde nos conocimos y en donde quedan tantos recuerdos.
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