Ha pasado casi tres meses desde que iniciamos juntos esta aventura, en la mayoría de todo este tiempo lo he pasado con su ausencia, en este corto trayecto, ha tratado de acostumbrarme a no esperarla a la hora acordada, quiero decir que poco a poco ha deshecho el ritual acordado, tal vez lo hizo sin quererlo, pero me voy entendiendo que ya no necesita de mi presencia, de mi voz y de mis carcajadas para que se sienta feliz. Su compañía llega de manera esporádica, es así que estos últimos días he recibido su visita, a veces en las noches y otras veces en el día haciendo así que mi corazón se desespere por la incertidumbre de no saber de ella.
“Son las siete; la calle está oscura; ya no vendrá.”1, y aunque muchas veces no me sentí triste por su actitud, sinceramente hoy me siento morir, mi corazón, hasta hace poco, se entristecía cuando ella no cumplía con llegar a la orilla de esta cita; pero hoy, que sé que en unos cuantos días dejaré de escucharla constantemente, me entristece enormemente.
Hoy me dijeron que en unas cuantas semanas me alejaré definitivamente de ella, y si ese comentario es cierto, estoy imaginando en que se tornarán mis días, pues al menos hasta hoy he tenido momentos de felicidad, porque de una u otra manera me enteraba de sus cosas y sabía de su vida… Si mañana todo se torna en silencio, quiero que sepa que desde donde me encuentre pensaré en ella, que la extrañaré muchísimo, tal vez mucho más que hoy, pero; que nada logrará apartarme de ella, por más que intenten alejarla de mí, ella vivirá siempre dentro de esta historia sin fin; ella sabe que vivirá en esta historia que empezó con una sola llamada y que pase lo que pase todo lo vivido quedará solamente entre los dos.
Quiero que sepa que “desde ciudades enterradas, desde salones sumergidos, desde balcones lejanísimos, verá este amor, y escuchará mi voz ardiendo de hermosura, y comprenderá que sólo por ella he cantado. Porque sólo por ella estoy cantando… ¡Sólo por ella resplandece mi corazón extraviado! ¡Sólo para que me vea, ilumino mi rostro oscurecido! ¡Sólo para que en algún lugar me mire enciendo, con mis sueños, esta hoguera!”2.
Ahora que me siento más triste de lo habitual, siento que el corazón se me abre y se me vuelve más humilde que lanza una súplica para que ella no se olvide de mí, pues es ella quien me motiva a seguir aquí, en este lugar, de donde a veces quiero escapar.
Aquí dentro encierro un sentimiento enorme que, tal vez, ahora no lo puedo describir, pero que mientras avanza el tiempo en lo mas profundo guardo una enorme esperanza para que ella entre y se quede aquí, conmigo, acurrucada entre mis latidos, “Para que ella entre, a veces de tristeza, el corazón se me abre. Como una puerta tímida… Pero ella no viene, no vuela más sobre estos campos. En vano mi corazón a la ventana de su dolor se asoma. Pasa de largo, como si el viento soplase sólo para allá. Pasa la mañana y no viene la tarde. Y el corazón se me cierra, como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.” 3
Cuando estuve con ella no me importaba que se acabe de a pocos el día, pues si un día no lograba verla sabía que al otro día, de una u otra manera, escucharía su voz, y así me sentí hasta hoy; pero en estos momentos voy entendiendo que nuestra lejanía está matando de a pocos todo lo que en un momento soñamos juntos, ya no nos vemos a cada día y a la hora fijada, ya no viene con su sonrisa y sus carcajadas ya no susurran mi oído, cuánto quisiera decirle que necesito su voz para seguir alegrando la noche, que la necesito para seguir permaneciendo en este lugar que dé a pocos me obliga a dejarlo, cuanto quisiera decirle que necesito de ella, por lo menos, una llamada.
“Son las siete; la calle está oscura; ya no vendrá.”1, y aunque muchas veces no me sentí triste por su actitud, sinceramente hoy me siento morir, mi corazón, hasta hace poco, se entristecía cuando ella no cumplía con llegar a la orilla de esta cita; pero hoy, que sé que en unos cuantos días dejaré de escucharla constantemente, me entristece enormemente.
Hoy me dijeron que en unas cuantas semanas me alejaré definitivamente de ella, y si ese comentario es cierto, estoy imaginando en que se tornarán mis días, pues al menos hasta hoy he tenido momentos de felicidad, porque de una u otra manera me enteraba de sus cosas y sabía de su vida… Si mañana todo se torna en silencio, quiero que sepa que desde donde me encuentre pensaré en ella, que la extrañaré muchísimo, tal vez mucho más que hoy, pero; que nada logrará apartarme de ella, por más que intenten alejarla de mí, ella vivirá siempre dentro de esta historia sin fin; ella sabe que vivirá en esta historia que empezó con una sola llamada y que pase lo que pase todo lo vivido quedará solamente entre los dos.
Quiero que sepa que “desde ciudades enterradas, desde salones sumergidos, desde balcones lejanísimos, verá este amor, y escuchará mi voz ardiendo de hermosura, y comprenderá que sólo por ella he cantado. Porque sólo por ella estoy cantando… ¡Sólo por ella resplandece mi corazón extraviado! ¡Sólo para que me vea, ilumino mi rostro oscurecido! ¡Sólo para que en algún lugar me mire enciendo, con mis sueños, esta hoguera!”2.
Ahora que me siento más triste de lo habitual, siento que el corazón se me abre y se me vuelve más humilde que lanza una súplica para que ella no se olvide de mí, pues es ella quien me motiva a seguir aquí, en este lugar, de donde a veces quiero escapar.
Aquí dentro encierro un sentimiento enorme que, tal vez, ahora no lo puedo describir, pero que mientras avanza el tiempo en lo mas profundo guardo una enorme esperanza para que ella entre y se quede aquí, conmigo, acurrucada entre mis latidos, “Para que ella entre, a veces de tristeza, el corazón se me abre. Como una puerta tímida… Pero ella no viene, no vuela más sobre estos campos. En vano mi corazón a la ventana de su dolor se asoma. Pasa de largo, como si el viento soplase sólo para allá. Pasa la mañana y no viene la tarde. Y el corazón se me cierra, como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.” 3
Mi camino se ilumina cada vez que pienso en ella, cuando tenía su alegría la noche más oscura se tornaba en compañía predilecta porque sabía que más temprano que tarde se repetiría el rito, el poder caminar a su lado. Y ese destino, que desea arrancármela, se quedará sin ella, porque conmigo vendrá su corazón y su alegría. Estoy seguro de que algún día, cuando ella busque algo de mí, que la hiera o le haya herido, nunca lo encontrará, pues no existirá alguna relación de mis actos que conlleven sentimientos dolorosos, estoy seguro que conmigo solo tendrá momentos y recuerdos agradables de risas y aventuras llenas de felicidad…
1.- La cita*
2.- Crepúsculo para Ana*
3.- Música Lenta*
*Poesías de Manuel Scorza
2.- Crepúsculo para Ana*
3.- Música Lenta*
*Poesías de Manuel Scorza
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