Ese viernes de mayo prometí volver por ella, prometí jamás ovidarla, pues al llegar el amanecer tuve que marcharme y lo más penoso era que en realidad sería el destino quien decidiría si en el corto tiempo nos volveríamos a reunir. Fue un viernes de mayo cuando nos encontramos y nos conocimos, fue al anochecer cuando ella amablemente me guío por las calles de esa bella ciudad poniendo de testigos a la luna y las estrellas . El canto de las aves que se regocijaban en las ramas de los árboles de aquella plaza era el mejor de los fondos musicales que oiría en ese hermoso lugar. Esa noche, un vino hizo que la conversa sea mas fluida. Ella la mera expositora de sus ideales, Yo, cual psicólogo, un mero receptor sin juzgar sus pensamientos y sus sentimientos. Ella hablaba de su vida habitual, de sus planes de vida, planes que tal vez nadie quería oírlos. Ella hablaba de sus frustraciones y el dolor que le causaba estar en un mundo tan desigual. Ella hablaba de cosas q...
Una etapa de nuestra vida