Ha pasado buen tiempo desde que ella partió, y desde ese entonces no sabemos el uno del otro. Yo la extraño a borbotones y reconozco que su ausencia al igual que su silencio mata; pues esos amores que nos matan por dentro son aquellos que nunca mueren, son aquellos que siempre están presentes, persiguiéndonos en cada alba y en cada crepúsculo. Por querer verla, en todo este tiempo, he modificado y adecuado mis planes a lo de ella, hice cambios con la intención de llegar hasta donde está, pero al final rehúye dejándome con mi frágil corazón en las manos y con las ilusiones hecho pedazos. Ya está llegando el invierno y en las tardes el frío se siente hasta en el corazón. No falta mucho para que la nieve llegue por estos lares, no falta mucho para que se nuble el cielo, este cielo, mi cielo y la lluvia caiga a mares y sin contemplaciones. Y mientras eso suceda quien sabe si ella y Yo sigamos alejados, tal vez guardando esperanzas de volver a encontrarnos o quizás olvidándonos en otro...
Una etapa de nuestra vida