Debo recordar que el inicio de esta historia fue gracias a una llamada telefónica, deben saber entonces que gran parte del año nuestros encuentros han sido meramente telefónicos; no mentiré que me acostumbré tanto a que religiosamente ella se contacte conmigo a las diecinueve horas de cada día. Cuando iniciamos esta relación, las llamadas eran dos veces a la semana, pero mientras pasaba el tiempo las llamadas se hicieron menos constantes, una llamada cada diez días, luego fue menos recurrente, una llamada en quince días; así y así, hemos llegado a la actualidad en que sus llamadas son una vez cada dos meses. Por dicha razón, intenté acercarme a ella, fui a su encuentro y eso ha conllevado que, estos últimos días del quinto mes del año, recorriera lugares hermosos, parajes llenos de naturaleza viva que vierte aire puro y que alberga gente maravillosa. Toda esa semana trajiné de un lugar a otro, internamente me sentí agradecido con Dios por haberme dado la vida y poder disfru...
Una etapa de nuestra vida