Es el quinto día de la semana en que redacto esta parte de la historia; ya pasó la hora del almuerzo y estos días, más que en otras temporadas, la temperatura en la capital está fuera de control, el calor es abrumador que al salir a la calle a cualquiera nos gustaría caminar debajo de una regadera. B ebo un vaso de agua muy helada p ara calmar esta sed insaciable , salgo de esta oficina para que el viento enfríe mi cuerpo, cruzo la mampara, llego al balcón y desde ese tercer piso observo con melancolía esa calle y los pocos arboles que tiene ese pequeño parque en forma triangular. Mientras miro este panorama voy recordando nuestra penúltima cita, aquel día en que vino a mi encuentro; que de seguro ese recuerdo estará muy bien guardado en mi memoria porque fue ella quien, sin importarle el inclemente sol y la distancia en que me encontraba, vino hacía mí. Esa vez ella caminaba apresuradamente, estaba toda sudorosa, a cada paso que daba se secaba el rostro con ...
Una etapa de nuestra vida